Hay personas muy concienciadas con el tema de los tóxicos que conviven con nosotros a diario, o que se preocupan realmente por su alimentación, no sólo por si algo engorda o no, sino por los componentes utilizados en su elaboración, los conservantes, colorantes, etcétera…Y otras personas, como yo, vivimos en una semiburbuja, nos preocupamos lo justo, vivimos en la inopia casi total, que no niego que conocimientos básicos sí que tengo sobre el tema, pero se quedan en eso, en básicos.
 Sin embargo, cuando nació el pequeñajo, esto cambió ligeramente, comencé a fijarme en cosas en las que antes no lo hacía, como la composición de la ropa, a mi hijo sólo le compré ropa 100% algodón hasta que fue más mayorcito, a pesar de tooodos los comentarios que tuve que escuchar, y escucho

 aún hoy en día al respecto, lavé toda su ropa antes de que la estrenara…y cuando empezó a comer algo que no fuera mi propia leche, me empecé a preocupar porque lo que le daba fuera lo más natural posible, sin azúcares añadidos, sin sal…aún hoy en día, sigo comprándole zumos 100% fruta, sin nada de azúcares ni conservantes…me cuesta encontrarlos, claro que sí, en mi pueblo es impensable el comprarlos, y tengo que desplazarme en tren y metro para poder comprarlos…me gusta una marca concreta que sólo venden en tiendas ecológicas y por desgracia, eso de lo ecológico aún no ha llegado a donde vivimos…y por internet no he encontrado esa marca. (Por cierto, la marca es Kalibio por si alguien sabe dónde adquirirlos online)

Por eso, cuando Victoria me propuso enviarme un ejemplar de su libro para leerlo y comentarlo en el blog, le dije que sí sin pensarlo, me pareció un tema interesante sobre el que mis conocimientos eran apenas básicos. A medida que iba avanzando en su lectura, iba descubriendo que, en realidad, sabía menos, mucho menos, de lo que yo pensaba, y que esto de los tóxicos que nos rodean es algo sobre lo que no sabemos casi nada, a veces no interesa que se sepan ciertas cosas.

Con la lectura de este libro, he descubierto muchas cosas, he aprendido a diferenciar qué componentes son los que debo evitar, tanto en los productos alimenticios como en los higiénicos pasando por los muebles o la pintura de nuestra casa. A pesar del título, la información es buena también para aquellas personas que no tienen un bebé, es útil para todas aquellas personas a las que les interesa un poco su salud. He descubierto, por ejemplo, por qué ya no se usa talco a la hora de cambiar el pañal del bebé (por cierto, creo que esto debería ser de dominio público, ya que aún he tenido que escuchar unas cuantas veces que por qué no le echo talco al pequeñajo, cuando éste era un bebé, o incluso, a una persona decirme cuando fui a su casa, que había comprado polvos talco para cuando cambiase al bebé…a mi bebé, claro está, por suerte, esta persona jamás le ha cambiado el pañal)
P.D. Por alguna razón, este libro se quedó olvidado en borradores, y ahora lo rescato. Ahora, con dos niños ya, cuido aún más todo lo que compro, algodón orgánico para las prendas del bebé, por ejemplo…

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