Hay veces en que una hace un alto en el camino y mira a su alrededor, a lo andado, a lo que queda por andar, al lugar en el que se halla, y se hace preguntas sobre si lo que hace merece la pena. Ése es éste momento. El momento en el que me planteo si estos casi tres años ya merecen la pena, si he conseguido algo. Y veo que no. Que en realidad poco o nada he avanzado. Que pretendía plasmar en el blog mis inquietudes, descubrimientos..ayudar a otras personas con mis experiencias, y creo que no lo he logrado, y si lo he hecho, no tengo la sensación de que realmente haya sido así.
Números, para mí el blog nunca ha girado en torno a los números, nunca he estado en los primeros puestos del ranking de Madresfera, solía pulular entre el 300-400, pero de aquí a esta parte, he bajado muchos puestos, en el seiscientos y pico estoy ahora mismo, hace unas semanas llegué a estar en el setecientos y algo. Y siento que es porque algo no debo de estar haciendo bien. ¿Qué ha pasado para haber bajado tanto? 
Mi objetivo no es estar en el número 1, ni mucho menos, pero mi objetivo es llegar a las personas, llegar a alguien, y a veces no sé ni siquiera si alguien me lee, porque apenas recibo comentarios. 
Las marcas no saben ni que existo, las tiendas tampoco, a veces me da la sensación de que poca gente sabe realmente de mi existencia. Eligen, y siempre eligen a otros blogs, invariablemente, aunque elijan a 100 blogs, por ejemplo, nunca está este blog entre sus elegidos. Aunque manden algún producto a blogueras con recién nacidos, y yo tenga uno en casa, a mí no me mandan nada. Aunque lea una y otra vez a blogueras que reciben regalos o detalles de marcas por el nacimiento de sus hijos, la verdad es que a mí no me envió nadie nada. (Sí, una marca me envió una mochila de la que os tengo que hablar algún día, cuando por fin tenga tiempo de hacerlo en condiciones, que creo que es lo mínimo que se merecen como muestra de agradecimiento. Otra marca de cosmética infantil me envió también unos detalles, y de ellos también os tengo que hablar en breve) Pero me refiero a esas marcas que mandan a cada blogger que da a luz algún detalle, a mi bebé nunca nada. Y sí, es lógico, claro que es lógico, claro que lo entiendo, como para no entenderlo. Si yo fuera la persona responsable de decidir a quién enviar, posiblemente tampoco me enviaría nada, porque ¿acaso sabría que existía? Pero el hecho de saberlo no quita el que me apene y me entristezca.O a esas otras tiendas que envían invitaciones para eventos a no sé cuantas bloggers. O las que con motivo de una fecha señalada, llámese día de la madre, navidades o lanzamiento de un nuevo producto, envían algún detalle a algunos blogs. A menudo comento por las redes: » ¡Qué envidia!» cuando veo alguno de estos detalles, pero no es verdad, no es envidia, ni celos, es tristeza, porque veo que a mí nunca me conoce nadie, nunca llega nada. 

Y da igual lo que escriba, el tema que elija, dónde lo comparta, no importa lo que haga, que cambie de avatar, que cambie la cabecera del blog y redes sociales, que intente ordenar las entradas en páginas para que resulte más fácil dar con lo que se busca, que cambie dentro de mis posibilidades la apariencia…no cambian las visitas. No aumentan. Los comentarios siguen sin aparecer. Nadie parece leer.
Y sí, he de escribir por mí, eso hago, escribo lo que siento en cada momento, lo que me apetece, pero de vez en cuando también me gustaría sentir la satisfacción de quien se sabe leído, quiero sentir que mis posts llegan, que ayudan a alguien, que entretienen, que a alguien le gusta. Porque sino, lo mismo da que el blog sea abierto que privado, y haciéndolo privado, por lo menos, sabría que no me lee nadie porque no tienen la posibilidad de hacerlo, no que no me lee nadie porque no les apetece o no les atraen mis posts.
No sé, a veces me planteo las cosas, y pienso si de verdad todo esto, el tiempo que invierto a diario en el blog, merece la pena. Porque puede parecer que el tiempo invertido es poco, pero nada más lejos de la realidad. a diario me siento en el ordenador a pensar, escribo borradores que dejo a medias a falta de darles un último toque o de encontrar alguna imagen que case con ellos, abro mi correo mil veces por si alguna de ellas encuentro en él un mail de algún lector que quiera ponerse en contacto o una notificación de algún comentario. Por si alguna marca ha decidido darme un voto de confianza y le gusta lo que escribo. Pero nunca llega, ese momento no parece llegar jamás.

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